domingo, 12 de abril de 2009

Ensayo sobre un sueño que pudo ser real.

Soñé que me odiabas por no seguir siendo tuyo, en ese juego extraño que sin querer provoque, Vestida de telas que solo se ven en los sueños, extrañas e indescriptibles. Bajabas por una calle adoquinada rodeada de pajaritos que revoloteaban muy cerca de ti, al acercarte vi pequeñas migajas lanzadas al vuelo.
Recordé una infancia poblada de desencuentros. Y el vuelco que creo tu imagen en mi sueño, me llevo a una playa conocida y me vi lanzando migajas a las gaviotas como lo hacías ahora.
De plumaje blanco y brillante, sus picos rojos, tan cerca de mis manos, casi podía tocarlas. Se amontonaron muchas en un instante, fue maravilloso.
Alzando el rostro miraste mi cara, tu sonrisa se desdibujo y sentí pena. Sin yo quererlo había aparecido en tu sueño, pero después comprendí, que nadie aparece en un sueño ajeno y lo cuenta. Estaba ahí como protagonista, era mi propio sueño recurrente.
Fue el inicio de un largo soñar contigo, de diferentes formas, con diferentes tramas. Siempre seria, enojada, sin hablarme, culpándome en silencio por algo lejano.
No era mi caso, siempre me acordaba de ti, cuando veía un paisaje bonito, una playa solitaria, una película triste, un poema de amor, una rosa roja y muchas cosas que hacían recordarte inconscientemente.
Siempre sueño, todos los días desde que tengo memoria, me he levantado alegre después de un hermoso sueño, o deprimido por una pesadilla, contigo he soñado mil veces sin poder evitarlo, sin estar pensando en ti, sin estar recordándote.
Llegabas a media noche, con tu mirada inquisitoria, sin decirme palabra, diciéndome todo, culpándome de no ser feliz, de mil cosas pasadas que no lograba recordar.
Convirtiéndose en realidad los versos de Neruda, “es tan corto el amor y tan largo el olvido”. Calló por trillada la frase y me volví, cuando sentí que me llamabas, volteándome. Ya no puedo odiarte mas, te he odiado con todas mis entrañas, sufrí como no sufre nadie cuando te fuiste. Muchas noches esperaba verte aparecer en mi cama. Me dormía sin ropa, para complacerte, perfumaba la habitación, ponía mis sueños en positivo y no volvías, así tantas noches solas.
Si he amado, no voy a decirlo, pero no tus labios, tu sonrisa picara, tus palabras distintas, ardientes, necesarias.
Por eso te odiaba, por la furia de la ausencia, por no hallar quien me amara embrujándome toda, empapándome, logrando que me desmayara y después arreciando la entrega, fulminar los resquicios de mis deseos.
Una mañana murió mi esperanza, libere mis rencores y deje marchar a tu recuerdo.
Y tú que sientes? .
Que al aceptar que no me odias has empezado a olvidarme y yo no logro saber que me sucede.
Acerco lentamente su boca a mi boca y me dio un beso perfecto, cariñoso y tierno, abriendo los ojos me dijo, soñabas?

No hay comentarios: