viernes, 24 de julio de 2009

Fragmento de una historia.


Era como una historia que no podía descifrar. Un laberinto de las posibilidades inútiles que lo atormentaban cada segundo de su vida, a sabiendas que no saldrían de nadie mas las respuestas que buscaba perdiéndose en la larga agonía de los sucesos que los desencadenaban.
Largas noches sin poder pegar los ojos acumulaban una fatiga diaria que ahuyentaba con tazas de cafés interminables y aún así no lograba enderezar el rumbo como embrollado en un laberinto infinito de situaciones. Fracasos a los que temía llamar por su nombre. Escribía para librarse de los pensamientos y poner vida propia a una historia que dejara escapar la frustración, expresarse, como cuando se abre una gran válvula de presión y el vapor sale veloz haciendo un gran ruido.
Recordó aquellos años que sus ansias eran otras y sus penas simples deseos de abandonar la vida que tenia de prisionero, que lo atormentaba, leía aprisa libros en un día y después salía a caminar en la noche para despabilar un poco la modorra que causaba meterse de lleno en historias que los escritores inventaban para complacer a otros, ayudándolos a ser mas cultos, pero la vida era otra cosa, un marasmo infinito de recovecos indescifrables, torturantes.
La fidelidad no era parte de su norma de vida. Como un habito necesario, entonces deambulaba por las calles tranquilas a esa hora de la madrugada imaginando como serian las de otros lugares y las personas que las habitaban. Asediado de recuerdos de besos pasados. Sumergido en rememorar historias que ya habían tenido un final, acumulando recuerdos innecesarios, pero inevitables. Interesado en conversar sobre temas de arte y edificios antiguos con altos capiteles y nombres de estilos y tejados de barros de diferentes formas según las culturas y nombres, una interminable retahíla de cuestiones que lo sedaba, tranquilizándolo y en el fondo todo el entramado político y un deseo infinito de hacer cosas pero privilegiando la libertad, como cuando le entraron al proyecto de vivienda campesina y reuniéndose todos en la casa del arquitecto LoLo, los muchachos se citaban para no llegar tarde, trabajando duro hasta la madrugada, mal comidos y con sueño, escuchando después que su proyecto no había sido tomado en cuenta.

Dos calles mas adelante Tropicana refugiada en la oscuridad de la noche con su música y su magia y ese entorno que solo los que son del rumbo recuerdan muy bien, en las noches que la esperaba al salir de trabajar. Siendo entonces demasiado joven, con muy pocas vivencias, abriéndose a la vida con una velocidad impresionante, tomados de la cintura, aprisa, como si faltara el tiempo y camino de su casa contra el muro de una antigua residencia amarse entre el ruido de los grillos y la oscuridad húmeda de la noche y el silencio profundo mientras todos descansaban.
Al poco rato volver a su casa exhausto dormir dos horas y prepararse para salir a trabajar. Hasta que se fue fijando poco a poco en los ojos de su compañera de oficina, un romance extraño de palabras y complicidades.
Envuelto en la devoción de los respetos y las trama delicada de no ser entendido el permitir que durara algo que no tenia mayor futuro.
Grabándose en la memoria la melodía que juntos cantaron rumbo a la playa rodeados por parte de la familia de él, como un himno, compulsivos, empujados por la melancolía que la propia canción imponía al ambiente y con ese aire de presentimiento que era él ultimo acto de una despedida. Solo faltó el colofón de la coda, unos días después mientras llovía y de regreso en la noche de la playa ella sé despedía y el se mudaba de trabajo.

No hay comentarios: