miércoles, 10 de febrero de 2010

Ensalada mexicana




La ciudad despierta con frío. Las paredes tiemblan y los perros se acurrucan en las esquinas. La lluvia amenaza con regresar. Ya ni los campesinos están contentos. Aquí nos vamos a los extremos con mucha facilidad. De grandes seguías a diluvios casi bíblicos.


El dinero está siendo regateado por los patrones al punto de poner en crisis sus propios proyectos.

Elaboro un sindicato virtual en mi cabeza. Pronto encontraré una salida digna para este agremiado.

No deseo aumento de sueldo, deseo empatía. Sigo siendo un iluso.

La poesía sigue siendo un refugio, donde verter las penas. La palabra refugio es un lugar común a todos los poetas. Desde tiempos inmemoriales, no he leído o conocido de alguno que pusiera sus palabras en un papel con el estomago lleno. Tal vez si, aquellos que como los viejos bufones de la corte, escribían para hacer las delicias del Rey en turno, o del tirano de moda.

No es mi caso, pobre pero sin amo, a quien rendir mi pluma, con la consabida perdida de la estima. Gano mi reputación

Desde aquí, puedo decir muchas cosas, respetando por supuesto a los lectores. A quien le importa un tirano viejo y de salida, solo a los herederos al trono.

El aceite y el vinagre se unen en la política oaxaqueña. Cuestión de principios practicos muy bien definidos.
Si regresa el PRI, o si hubo una nueva oleada de violencia. A la esposa del futbolista paraguayo, la retuvieron 20 minutos dentro del sanitario de damas, mientras en el de caballeros su marido sufría un balazo en la cabeza.

Ahora hay algunos prófugos, supuestos descubrimientos de lavado de dinero y un deportista que solo Dios sabe cuál será su futuro.

La multitud ya levanto el plantón solidario. Ahora la noticia es que Chalco se inundo con aguas negras de un canal a cielo abierto en el Estado de México.

Las aguas negras se mezclan con los seres humanos. En las lomas de Chapultepec, no saben qué cosa son las aguas negras.

Me gusta la pobreza, porque tengo un afán desmedido hacia la depresión y el llanto. No me gustan los carros último modelo, prefiero caminar 10 kilómetros diarios para ahorrar dos autobuses, me sirve de ejercicio, medito y bajo los niveles de tensión arterial.

La ciudad se está volviendo aburrida, ya no hay tiroteos. Solo algunos policías corruptos esperando su mordida.

El cura asesino, ha dejado de ser noticia, la escuela del crimen, funciona con normalidad. El dinero lo compra todo. Dios no tiene precio.

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