jueves, 4 de marzo de 2010

La negación de la disidencia es la debilidad de la dictadura.

Muchos pensamos que al no ser reconocido en Cuba el estatus de disidente, preso político o de conciencia, por parte de la dictadura, refleja una debilitada posición frente a la comunidad mundial.


Con esta actitud, de no ver, no aceptar, no evitan el agudo problema que se vive en estos momentos dentro de la isla.

Las graves consecuencias que se derivan del trato hacia las personas en todos los ámbitos de la sociedad, provocados por la prohibición constante a no tomar en cuenta la voluntad del pueblo, a tergiversar los sucesos y manipular las noticias, convierten la actual situación de nuestro país en un perenne riesgo de abuso de todo tipo por parte de la dictadura.

Siguiendo la lógica del pensamiento humano , se llega a la conclusión que no siempre las personas siguen las mismas corrientes de opinión, desean oponer nuevas ideas a las ya establecidas y  debido a esas confrontaciones se definen nuevos retos y se genera regularmente una situación de progreso.

Al verse reprimidos en sus ideas y deseos de bienestar, es justo que un segmento de la población intente hacer cambios.

Si estos cambios no encuentran canales para expresarse, no por ello desaparecen, encuentran otros mecanismos para darse a conocer.
Este tipo de confrontación lleva más de cinco décadas desangrando al país.

Debido a la imposición de modelos, muchos de ellos ajenos a la idiosincrasia nacional y derivados de políticas improvisadas, las más de las veces, han dado al traste en los niveles de seguridad nacional.

Hoy están afectados los ingresos familiares, la salud presenta serias deficiencias materiales, quedando a salvo solo las instituciones destinadas a satisfacer la atención medica de los extranjeros o personas que puedan pagar altos costos por servicios de salud.
Los niveles de manufacturas, industria ligera, agricultura y servicios, padecen desde abandono crónico, hasta cierres totales.
La educación arrastra una crisis imperdonable de valores y libertad de pensamiento.

Es fácil culpar, por cuanto medio de difusión tiene a su disposición, a un enemigo que contrariamente a lo que la dictadura expresa, se convierte apresuradamente en su principal sostenedor y socio.

Lo cierto es que no se ve en el horizonte nacional un proyecto de nación incluyente y productiva. No hay motivación. Solo una retórica desfasada que intenta vender al mundo una imagen de victima del Imperio, como si corriesen los mismo tiempos de hace diez lustros, y la imagen de la revolución permaneciera incólume y virginal.

El tiempo de mentir y negar, es la antesala de las debilidades políticas que enfrenta el régimen, es indiscutible que con el viejo líder, muere también el fracasado proyecto.

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