jueves, 17 de febrero de 2011

El trono de sangre.

“Hosni Mubarak, como "un gran estratega" para esconder dinero mientras el 80 por ciento de los egipcios vive en la pobreza”. Estas palabras del dueño de Cuba y la vida de los 11 millones de esclavos, son el testimonio del más alto grado de cinismo que nos ofrece el hombre que ha robado no solo la fortuna del pueblo cubano, ha robado la juventud, la libertad, impuesto modos represivos y sembrado el terror en la isla prisión, el nepotismo ilustrado y el reparto de los bienes entre sus hijos y familiares directos hacen innegable e incuestionable lo que estoy afirmando.

Traspasó después de caer en grave estado de salud el poder a su inútil hermano, que intentando sobrevivir, ha creado otro de los engendros a los que nos tienen acostumbrados los hermanos Castro.

Sociedad de libertades limitadas, permisos para micro changarros y cobros excesivos de impuestos típica actitud de rezagos pequeño burgueses heredados del crápula de Don Ángel Castro, que hizo su fortuna explotando y comprando las pobres vidas de campesinos muy necesitados.

Lo que se hereda no se hurta, dice el viejo refrán.

Hoy le ha tocado el turno a una generación que ha tenido que padecer todo el robo y la pillería de dos sujetos que en contubernio con una caterva de secuaces, han incautado de modo violento la libertad y el decoro al sufrido pueblo cubano.

Estas condiciones , son las mismas leoninas condiciones en que vivía el pueblo cubano en la época de la colonia.

Tener la osadía de criticar en Mubarak, lo que él en persona ha hecho sobre los hombros de varias generaciones de cubanos, es tan cobarde, tan vil y de tan poca hombría como el desprecio que millones de cubanos dentro y fuera de Cuba sienten por su vieja y podrida dinastía.

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