viernes, 18 de julio de 2014

Las promesas del Estado mexicano


Temo que el Diputado Alejandro Encinas tenga razón al mencionar que el Gobierno mexicano se maneja con la vieja frase de L´État, c´est moi. “El Estado soy yo” frase atribuida al Déspota francés Luis XIV.

Vuelto a la realidad tengo la certeza de que México es una potencia económica mundial. Que su desarrollo marcha impetuoso. Pero el Estado mexicano canjea riqueza por el pasivo peligroso de más de 50 millones de pobres. 

Y otro tanto de mexicanos que no tienen condiciones laborales modernas, con salarios dignos y necesarios, prestaciones adecuadas a la magnitud del lugar que ocupamos entre las economías emergentes.

El Estado no va a reducir el costo de las gasolinas, ni disminuirá el precio del gas y mucho menos veremos reflejado descuentos significativos en los pagos de electricidad, todos estos rubros que castigan severamente el, ya de por si, paupérrimo nivel de los salarios.

Es el Estado quien provoca que nuestro ingreso sea más de 25 veces menos efectivos que hace solo 20 años.

El Estado ha crecido y con ello los grupos voraces que maman del poder. Vemos que nuestros "ricos mundiales" gozan de excelente salud.

Podemos presumir el ignorante orgullo de tener mega monopolios, que engullen incluso a  industrias similares en otros países. Bimbo, Televisa, Telmex y Telcel, Cemex, por citar” algunitos”.

El Estado no cesa de luchar por crear progreso para El Estado.

Sin embargo el pueblo vive con salarios deprimidos, sin acceso a  una Seguridad Social digna y gratuita, carente de prestaciones. Con miedo por toda la violencia habida y por haber, todo el caudal de injusticia social y aumento constante en los niveles de impuestos que el propio Estado crea.

Pienso que el Sr. Diputado Encinas, no está lejos de la realidad al mencionar de forma irónica dicha frase del Rey francés.

Sin embargo medito profundamente en la parte oscura del actual meollo, si El Estado no logra destrabar el valor real ingresos / bienestar social, de las clases trabajadoras, en vano se habrá entregado al capital extranjero los activos de la nación, en vano se crearan mil campañas publicitarias tratando de convencer al pueblo que todo fue para atraer puestos de trabajo y modernidad a México. Y que nuestro país avanza. 

Si en las mesas nacionales se escabulle la tortilla y se apaga media casa para poder alcanzar la odiosa cumbre de las quincenas, quedará transparentada la traición desmedida a nuestro pueblo.


Y se convertirá en verdad patética la frase del déspota ilustrado “El Estado soy yo”, atribuido entonces a Don Enrique Peña Nieto, para beneficio del grupo de poder que Gobierna a este volcánico país. 

domingo, 13 de julio de 2014

Un minuto de silencio

Después de 20 años se conocen casi todos los pormenores que llevaron a la tragedia al remolcador “13 de Marzo”. 

Una pequeña embarcación de remolque del puerto de La Habana, con 72 personas que se cree iban a bordo, solo se salvaron 31.

 Hundida a la salida misma de la bahía, por tres naves similares.

Las personas a bordo son barridas de cubierta por chorros de potente agua. Sin embargo el daño mayor viene de uno de los remolcadores apostados a ex profeso, que decide arremeter con toda la fuerza de sus motores contra la nave que sale.

Cuando se narran los sucesos de manera fría, no puede evitarse un estremecimiento en todo el cuerpo.

Que mente planea respuesta tan brutal a un acto de dicha naturaleza que buscaba a todas luces una salida a la desesperada situación económica por la que se estaba pasando.

Si, como se sabe actualmente, el gobierno tenía personas infiltradas dentro del grupo. ¿No era lo humano, y legal, detener a todos en tierra mediante un operativo efectivo y seguro?

¿Por qué permitir una brutalidad así?

En un minuto de silencio no cabe el desespero de los padres. No se entiende la angustia de los menores, ni puede el tiempo borrar la saña de los asesinos.

El caso duerme en el fondo del mar. Mientras unos pocos lo comentamos en honor a las víctimas.  Seguimos esperando que un día alguien escuche la voz de los muertos, que claman justicia.